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lunes, 28 de julio de 2014

De que se enamora un hombre en una mujer?

El fín de semana pasado realice en compañia de una colega, un seminario de parejas en un municipio cerca a Bogotá. La experiencia como siempre enriquecedora no solo por los aportes de los participantes, sino por que sin quererlo, con estas vivencias los participantes van delinenado estos espacios que solo tienen la presunción de aportar ideas para quien los lee.
Hoy en dia tengo mas claro de que me he enamorado. y al compartir esta sensación en el seminario, puedo escribir aqui, algunas herramientas siempre con el temor de equivocarme en algunas, pero eso si seguro de que le aportaran a su vida en la convivencia en pareja.
 De qué se enamora un hombre? 
Hay un mito entorno a la forma en la que se relaciona sexualmente el hombre y es que nosostros respondemos de manera instintiva. Razón por la cual, según algunas, somos infieles. Siento decepcionarlas pero no es cierto. lo que mas nos erotiza de una mujer es su inteligencia no su cuerpo. la sexualidad en el hombre es el lugar de encuentro entre la cultura y la naturaleza. obviamente habra excepciones, pero les garantizo que conversar antes y despues de un encuentro sexual, hara que su pareja se interese mas en usted y no solo en el sexo por que conversar tambien es placentero.
y el segundo consejo; sean seguras. Uno se enamora de una mujer segura, de aquella que sabe lo que quiere comer, ver, oir, ponerse y no duda en sus decisiones. Las mujeres que viven de manera ambivalente no generan confianza, podran ser seductoras y atractivas, pero eso es pasajero en el tiempo, la inteligencia y la seguridad duran para siempre.
No lo piense, usted podra embellecerse en cualquier momento, pero cultivar su inteligencia no es acto de un quirofano. 
Asi que mi invitación es el disfrute de los espacios que generan placer en el entorno de su relación de pareja.

Gracias por sus comentarios.


lunes, 21 de julio de 2014

Nuestra vida es como el vaso.

Un psicólogo en una sesión grupal levantó un vaso de agua, todo el mundo esperaba la típica pregunta: ¿Está medio lleno o medio vacío? Sin embargo, preguntó:
- ¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos.
El psicólogo respondió: "El peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostengo.
Si lo sostengo 1 minuto, no es problema, si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo, si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará.
El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, más difícil de soportar se vuelve."
Y continuó: "Las preocupaciones son como el vaso de agua.
Si piensas en ellas un rato, no pasa nada.
Si piensas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada."
Dijo el Maestro: Acuérdate de soltar el vaso. 

En muchas ocasiones nuestra vida se convierte en sostener un vaso durante tiempo ilimitado, con la dulce ilusión de que su contenido e inclusive su peso, va a variar. Pero al final del dia somos nosotros mismos los que nos encargamos de fortalecer el dolor y continuar por mucho tiempo con esa carga. El problema no es el problema, sino lo que hacemos con él. Por eso resignificar, debería ser en nuestra vida un hábito, nunca esperar  que nuestras relaciones caigan en la cotidianidad ni en la más angustiosa de las rutinas. Resignificar, es darle un nuevo sentido de vida a la vida, a entender que existen nuevas y mejores formas de hacer las cosas, de tejer relaciones, de establecer vínculos. 
Cada uno elige lo que desea para si mismo, alejemonos de esa manía de creer que estamos signados por el destino a sufrir eternamente. Asuma la responsabilidad de sus actos, las consecuencias naturales que de ellos se derivan y entonces solo asi aprendera a transformar su mundo.

Gracias por sus comentarios.

miércoles, 16 de julio de 2014

La tristeza y la Furia; un cuento para recordar

Un bello cuento de Jorge Bucay, para retomar nuestro blog y dejar atras el dulce sabor del mundial de fútbol.
En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta…
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles se vuelven concretas.
Había una vez… un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes, y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente…
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse, haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y, desnudas las dos, entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida (sin saber porqué) se baño rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua…
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad,  así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró…
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza…
Y así, vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño, sin prisa y sin conciencia del paso del tiempo, con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia: ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que, detrás del disfraz de la furia, en realidad… ¡Está escondida la tristeza…!