Hace poco trabajando con una apreciada consultante, observé, que muchos de los mecanismos utilizados por ella para generar cierta cercanía con sus hijos, los que vivían supremamente ocupados por sus actividades académicas, y que poco tiempo podían dedicarle para solventar ciertas necesidades que ella tiene por una disminución de su movilidad física, tenían que ser re-significados, por que iban en detrimento de una buena relación del núcleo familiar.
Parecía que tratar de acercarse, conversar entre ellos, realizar cualquier acción que cumpliera ciertas expectativas de la figura materna, se había convertido en un escenario que generaba cierto malestar e inconformidad hacia ella. Pero como la naturaleza es sabia, debido a esta contingencia del aislamiento preventivo que estamos viviendo en todo el mundo por la presencia del COVID-19, comenzamos a encontrar en el proceso terapéutico algunas posibilidades de éxito en las dinámicas relacionales que se venían trabajando. Como ahora todos tenían que permanecer en casa, lo primero que vino a la cabeza de mi consultante y que hacía parte de su sistema de creencias fue; "si antes viéndolos un ratico el conflicto era inmanejable, no me imagino todo el día aquí".
Lo primero fue entender que a veces estas situaciones no elegidas sino impuestas, que parecen malas y que realmente pueden ser catastróficas, comienzan a sacar a flote lo bueno que tenemos de seres humanos, que la falta de la cercanía, de podernos estrechar, de no darnos un abrazo, de que los besos pudieran ser de muerte y no de vida, nos obligaba a tener un cambio en la forma de sentirnos como familia, que a la fuerza comenzamos a desarrollar ciertos recursos que antes, aunque tuviéramos el tiempo para encontrarnos los unos a los otros, no lo hacíamos por que siempre privilegiamos el portátil, las redes sociales, los amigos, el Internet o la televisión. Aprovechar este nuevo escenario planteó nuevas posibilidades, estar juntos les permitió comenzar a asignar nuevos roles, a asumir nuevos comportamientos entre ellos como familia, a que la comunicación cambiará sustancialmente por que el tiempo, irremediablemente,alcanzaba para todo.
lo segundo que sucedió con mi consultante fue trabajar en sus pensamientos negativos, fue enseñarle que podría tener una creencia menos limitante y mas generativa frente a sus hijos; instaurar una nueva creencia como; "compartir con ellos es una buena posibilidad de crecer en el amor", podría potenciar las actitudes positivas en las interacciones que pudieran tener por las distintas situaciones que a lo largo del día se pudieran presentar.
El tercer elemento fue hacer énfasis en nuestras palabras, en el modelo narrativo. Generalmente comenzaban sus diálogos con el reproche, haciéndole ver al otro lo mal que hacia sus cosas, razón por la cual, se rompía cualquier posibilidad de diálogo, porque cuando una comunicación inicia con un reproche, se establece inmediatamente una barrera, un límite imposible de traspasar, por que no existe la disposición para ello. Mi consultante cambió esa pauta, comenzó a connotar de manera positiva el que sus hijos acudieran a sus llamados, aunque hubiera cierta demora entre el llamado y la presencia de ellos, aún así, se sintieron mas reconocidos, menos prevenidos, y más dispuestos.
El aislamiento preventivo, la cuarentena que se avecina puede ser una oportunidad para generar nuevas formas de vincularnos, de relacionarnos como familia, de incorporar nuevas actividades dentro de nuestro lugar de residencia, de inventar nuevas maneras de interactuar, de potenciar la creatividad, de sacar lo mejor de cada uno de nosotros, de aprender a solventar nuestras diferencias de manera mas adecuada, de apreciar lo que somos, de valorarnos día a día por la simple razón de poder vivir y de despertar en cada uno de nosotros una nueva dimensión de ser humano, de comprender que la tierra es el único lugar donde podemos vivir hoy y que depende de nosotros mismos hacerlo, el mejor lugar posible.
Mi invitación a todos ustedes queridos amigos, es que le demos una oportunidad a este momento tan crucial, a sacar el máximo provecho de tenernos tan cerquita, a aprender a sentir la admiración tan necesaria en las relaciones de pareja, a amarnos sobre nuestras diferencias, a respetar nuestros criterios y a querernos como familia por que solo tenemos ésa familia. tal vez mañana, al despertar, ya no sigamos siendo los mismos que entramos a este sueño.