Hola queridos amigos y amigas, sea esta la oportunidad de enviarles un saludo y un abrazo a todos los que trasegamos por éste mundo de la crianza y la educación. Quiero invitarlos a compartir una reflexión que he venido haciendo de varios días atrás, sobre un fenómeno que me viene pareciendo complicado para el mundo de los niños.
Quienes me conocen saben que en mis procesos terapéuticos involucro los escenarios lúdicos (Gimnasio de escalar), como parte del proceso, en la búsqueda de articular los sistemas familiares en una actividad que rompa con los esquemas a veces rígidos de los mismos sistemas. La razón para hacer esto es que es muy importante integrar el desarrollo de las habilidades motrices, con el desarrollo de las habilidades cognitivas, para que los niños con sus propios recursos logren posibilitar la presencia de algunas expresiones emocionales y fortalecer otras que les van a servir en su proceso relacional con sus familias y en el contexto académico con sus pares e iguales. Sin embargo, en éstas épocas de pandemia y de confinamiento no elegido por los adultos y mucho menos por los niños, la virtualidad está generando un problema aún mayor en el ámbito afectivo de los mas pequeños y es allí en donde quiero hacer un llamado de atención a padres de familia y docentes.
En días pasados le preguntaba a mi hijo por sus compañeros de clase y me respondía que no sabia mucho de ellos, le pregunté el porqué y su respuesta fue concreta; "papi en la sala de chat vamos a estudiar y no a hablar entre nosotros". Me quedé pensando en todo lo que eso puede generar en un niño, cuando el principio fundamental de la escuela es precisamente la socialización, que a través de la interacción, genera todos los procesos de aprendizaje que tienen nuestros hijos. Cuando ellos estudian, experimentan, desarrollan o realizan cualquier actividad al interior del contexto educativo, ésta se encuentra mediada por la interacción social, lo que supone cualquier tipo de contacto con profesoras, compañeros, asistente en la ruta y demás personas que componen el quehacer cotidiano de una institución educativa. En pocas palabras los niños y niñas reciben afecto en cada una de sus actividades cuando realizan sus jornadas académicas de manera presencial. Cuando un infante se enoja, se molesta, se pone feliz, esta triste, o con algún dolor físico, todos esos procesos están determinados por las palabras que son las que logran conectarlos con el mundo que los rodea. Pero la virtualidad a limitado ese escenario. Cuando los niños se conectan a sus clases pueden recibir una cantidad de elementos que de manera recursiva las y los docentes logran transmitir, se construye conocimiento en gran parte del proceso pero esta totalmente desprovisto del nivel afectivo. Y ese es el punto que me viene generando preocupación. Al estar en la virtualidad los niños y las niñas pueden volverse mas aislados, mas distantes social y afectivamente, su mundo es mas individual que cooperativo, sus interacciones son mucho mas limitadas, no están mediadas por el contacto con sus compañeros de clase ni con sus amigos de juegos y si a esto le unimos sistemas familiares poco afectuosos, poco tolerantes a la frustración y al conflicto, se está incubando una bomba de tiempo.
Recuerden ustedes que las pautas depresivas en los niños pueden ser muy silenciosas y si a esto le unimos que su mundo comunicacional en este momento no es tan enriquecido que como cuando está en el jardín infantil o en el colegio, eso puede deparar unas sensaciones de abandono en los niños y las niñas.
Ahí es donde la presencia de los docentes y los padres de familia es muy importante. Les hago la invitación a que las clases no solo sean de conocimientos, es importante escuchar la voz de los niños y las niñas contando sus historias sobre el mundo que están viviendo hoy enriqueciéndolo con las historias de sus compañeritos, que como padres de familia organicemos jornadas cargadas de comunicación verbal, afectiva, cercana, que les permita a sus hijos canalizar la angustia y la ansiedad de un mundo impuesto, que les cambió totalmente la vida y que no tuvieron ni tendrán la oportunidad de elegir.
Trabajemos lo mas que podamos, escenarios llenos de cercanía afectiva con nuestros hijos y que nuestros actos estén mediados por las palabras de cariño y las expresiones emocionales de amor. De ésta manera lograremos equilibrar la ausencia de este proceso que era cotidiano al interior de las aulas de clase y que podrán generar en los niños y niñas evitar el aislamiento social que tanto daño hace.
Los docentes en este particular trabajo de la virtualidad deben construir escenarios que permitan la expresión emocional de los niños y las niñas, como una forma de comprender y adaptarse a éste nuevo mundo, sin perder su esencia ni su naturaleza e invitándolos a sentirse apoyados por ésta nueva red social en la que debe convertirse éste nuevo modelo educativo por el que estamos transitando.
Un abrazo para todos con la infinita convicción, de que saldremos mas fortalecidos en nuestra tarea de ser mejores seres humanos.
excelente reflexion y aporte a la crianza de nuestros chiquus y adolescentes
ResponderEliminarGracias muy amable
EliminarExcelente reflexión apreciado Rubén!!
ResponderEliminarGracias por tu comentario
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